IDEARIO DE LOS COLEGIOS CLARETIANOS

Concluido el Concilio Vaticano II los Claretianos se preocuparon de poner al ritmo del Espíritu la tarea educativa y elabotaron un ideario como exigencia de agiornamiento para responder a los grandes interrogantes del hombre. Las exigencias de una Nueva Evangelización a la que el Santo Padre nos llamó en repetidas ocasiones y a la que Congregación busca responder en sus diversas obras, exigía la reelaboración del Ideario.

El Colegio Claretiano es una comunidad de servicio que se brinda como espacio de una iteracción educativa ordenada al pleno desarollo de las personas e inspirada en el patrimonio cultural de la humanidad y en el Evangelio de Jesucristo.

Siendo parte de una cadena de Colegios Claretianos presente en muchos países del mundo, se beneficia de una experiencia iniciada hace 150 años y desarrollada por los Misioneros Claretianos y sus colaboradores a partir de las orientaciones educativas de San Antonio M. Claret (1807-1870). Profeta sensible a las necesidades del hombre de su tiempo, fecuendo escritor y hombre de acción, Claret dedicó sus energícas a anunciar, con nuevos medios y nuevo ardor, el Evangelio de Jesucristo a una sociedad en proceso de transformación y con crisis de valores, en los umbrales de la era industrial.

Al profetismo de sus intuiciones acompañó una significativa reflexión y acción sapiencial, heredada de la tradición bíblica y plasmada tanto en múltiples escritos dirigidos para niños y niñas, adolescentes, padres y madres, como en la orientación de instituciones educativas y promocionales.

El suyo fue, sobre todo, ministerio de la Palabra, de la comunicación en sus más variadas formas. Confió en la Palabra como instrumento de cambio, de generación de cultura y de comunión entre los hombres y con Dios. Adhirió a la Palabra que es, en Jesucristo, Buena Nueva y mensaje de vida. Entendió que la comunicación de la misma es sobre todo obra de amor, a la que vale la pena dedicar la propia existencia.

Para el Colegio Claretiano, que se entiende a si mismo como sujeto colectivo de un servicio profético y misionero de esta Palabra, la herehcia de Claret comporta una mística que hace de la escuela una comunidad fraterna y del quehaceer educativo una vivencia plenificadora que mira a dar futuro a las esperanzas más decisivas del corazón humano.

Gustavo Alonso, c.m.f.