Domingo 29º durante el año

El Evangelio de hoy nos presenta una cita de Jesús muy conocida: “Den al César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios”.

No nos sería posible comprender su sentido sin tener en cuenta el contexto en el cual Jesús la pronuncia: “los fariseos se concertaron para ver cómo atrapar en falta a Jesús haciéndolo hablar”. Jesús vio su astucia y les dio una respuesta bien pensada. Al oírla, los fariseos se sorprendieron, no esperaban una respuesta de ese tipo. Porque si hubiera sido contra César, ellos lo podrían haber acusado; y si hubiera sido a favor de pagar el impuesto, Jesús habría quedado desacreditado como un colaboracionista con el ocupante romano. Pero Jesús, sin hablar directamente contra César, colocó todo en perspectiva: es necesario dar a Dios lo que es de Dios, y Dios es Señor de todo, incluyendo los poderes del mundo.

La interpretación que se hace a veces de este pasaje de Mateo es que la Iglesia no debe mezclarse en cuestiones políticas, sino ocuparse únicamente del culto. Pero esta interpretación es errónea, porque ocuparse de Dios no significa dedicarse únicamente al culto, sino preocuparse al mismo tiempo por la justicia, por los hombres, quienes son los hijos de Dios; lo cual no significa, desde luego, identificarse con un partido político o un gobierno determinado. Pretender que la Iglesia deba permanecer en las sacristías, que cierre los ojos y los oídos y permanezca en silencio frente a problemas de orden moral y humano de nuestra época es, en realidad, quitarle a Dios lo que es de Dios.

“Pues, den al César lo que es de César, y a Dios, lo que es de Dios”.

Cecilia Sosa