En esta geografía humana procuramos anunciar la Palabra de Dios y testimoniar los valores del Reino; impular la lectura popular de la Biblia; capacitar y expresar la cultura de las personas y pueblos a los que servimos; asumir los riesgos del anuncio evangélico y comprometernos con todos los que sufren a causa de la justicia, ejerciendo nuestra función crítica y profética; vivir la pobreza en solidaridad con los pobres.
Y nos proponemos compartir con los laicos nuestra misión, promovimiendo un estilo comunitario, participativo y ministerial desde las pequeñas comunidades eclesiales. Los jóvenes, los pobres, los laicos y las familias son los sujetos de nuestra misión. Un espacio para la formación integral El Instituo Claret cuenta con toda la infraestructura necesaria par a la labor educativa de un nuevo milenio, en un ambiente propicio para el trabajo y la formación.
San Antonio María Claret
Nacido en Barcelona (España) en 1807 y fallecido en el destierro de Fontfroide (Francia) en 1870, Antonio María Claret fue canonizado en 1950. De origen humilde, cuerpo pequeño y apariencia modesta, su alma grande fue capaz de una prodigiosa actividad: recibió la ordenación sacerdotal (1835), fundó la congregación de Misioneros Claretianos (1849), fue arzobispo de Santiago de Cuba (1850-1857), confesor de la reina Isabel II (1857-1868) y Padre del Concilio Vaticano I.
“Yo me digo a mí mismo: un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada lo arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calunnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas”. (Constituciones, n. 9).
Con estas palabras, Antonio María Claret trazó el estilo de nuestra misión …
