Desde julio de 2023 hasta el próximo 16 de julio vivimos un tiempo de júbilo, de alegría por el 175 Aniversario de la Fundación de la Congregación. Es un tiempo oportuno para reafirmarnos en nuestra identidad claretiana e impulsar nuestra misión educativa evangelizadora con creatividad y audacia.
El 16 de julio de 1849, en una pequeña celda del seminario de Vic, España, el Padre Claret anuncia el inicio del proyecto de apostolado para el cual convoca a cinco sacerdotes compañeros – Esteban Sala, Jose Xifré, Domingo Fábregas, Manuel Vilaró, Jaime Clotet; de este modo nace la Congregación de sacerdotes llamados Hijos del Inmaculado Corazón de María. (Aut.488)
“Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad, y que abrasa por donde pasa, que desea eficazmente y procura por todos los medios posibles encender a todos los hombres en el fuego del divino amor.”
Ese fuego abrasador que encendió la chispa en el Padre Claret sigue impulsando a hombres, mujeres, sacerdotes y laicos a mantenerla encendida.
En nuestro colegio somos parte de ese fuego abrasador y lo vivimos cada día en cada encuentro con sentido comunitario; en cada gesto y en cada palabra dicha de modo fraterno y cordial; en los espacios de reflexión e interioridad propicios para el crecimiento personal y espiritual; reconociendo que la diversidad nos fortalece y nos enriquece, haciendo de nuestro colegio un lugar verdaderamente inclusivo; cada vez que recordamos la importancia de brindar nuestro apoyo y protección, especialmente a quienes más lo necesitan.
Gabriela Calvi – Representante Legal
Te damos gracias, Padre,
porque nos has llamado a evangelizar
como a nuestro fundador, San Antonio María Claret,
como hijos de nuestra Querida Congregación,
misionera y mártir, en sus 175 años de existencia.
Mantén encendido en nuestros corazones
un intenso amor por Ti y por tus hijos e hijas.
Envíanos el fuego de tu amor
para que encendamos a todo el mundo.
Ayúdanos a mantener fija nuestra mirada en Jesús,
para que podamos vivir hoy y siempre
como verdaderos discípulos suyos
y convocar a otros para que nos acompañen.
Como hijos del Corazón de María
te pedimos, Padre, aquella profunda cordialidad
tan necesaria para ser en nuestro mundo
apasionados mensajeros del Evangelio. Amén